Fotografía: Diorama, Arles, Francia
Se puede decir que el destino de un ser humano está determinado, por así decirlo, por la naturaleza de sus enredos al nacer.
En este sentido podríamos llamar a los seres humanos “cristales espirituales inicialmente formados”. Nacemos y vivimos dentro de un campo de naturaleza enredada. Aunque tenemos toda la apariencia externa de ser entidades y agencias formadas de forma independiente, en realidad estamos acoplados en el nivel raíz (el estado cuántico) con otras entidades y agencias en todo el cosmos local e incluso, hasta cierto punto, total.
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