Algunas reflexiones sobre el pensamiento

Foto: Jet trail sobre el río Hudson al amanecer, 14 de abril de 2023

El pensamiento real comienza en la nada y termina en la nada.

No se quiere decir con esto que pensar no sea nada; sin embargo, emerge de la oscuridad del alma, un lugar que es impenetrable para los procesos ordinarios de la mente. Invariablemente llega entera por sí misma, con todo en ella; y en esa totalidad, paradójicamente, no hay palabra alguna, aunque esa totalidad se transforme en palabras del instante en que el pensamiento se torna tangible.

El origen de la palabra pensar en latín proviene del verbo pesar, evaluar por comparación; para entender lo pesado que es algo. Por asociación podemos entender que significa un intento de descubrir el centro de gravedad de una pregunta, porque peso y gravedad son inseparables. La gravedad, además, es una fuerza invisible cuya presencia es, para la física y la ciencia, inexplicable en términos de partículas en la materia. No podemos encontrar ninguna partícula material que lo media; sin embargo, existe e imparte su fuerza a todo. El pensamiento es en realidad muy parecido a esto una vez considerado cuidadosamente.

En inglés, la palabra proviene de una raíz protogermánica bankijana, aproximadamente traducida al alfabeto inglés, que abarca el significado de gratitud, agradecimiento y recuerdo, así como pensamiento, mente y consideración. Se entiende así que la naturaleza esencial del pensamiento involucra procesos emocionales o de sentimiento (gratitud y agradecimiento) así como técnicos como el recuerdo y la evaluación.

Estas observaciones etimológicas profundizan y amplían nuestra percepción de la palabra; sin embargo, no nos dan ninguna pista sobre cómo se podría pensar. El proceso es, en nosotros, aparentemente bastante automático, incluso mecánico; y así, como dice el refrán, ni siquiera nos molestamos en pensar en ello. Simplemente lo hacemos y aceptamos los resultados como si fueran incuestionables.